Porque estos códigos sagrados (la semilla de la vida, la flor de la vida, el cubo de Metatrón, los sólidos platónicos…) son el vínculo que nos conecta a todos nosotros con el cosmos, es el verdadero diseño de nuestra alma.
La geometría sagrada nos armoniza.
Activar los códigos de geometría sagrada nos ayuda a aparcar la mente analítica (el hemisferio izquierdo) entrando en el dominio del inconsciente.
Nos ayudan a conectar con el campo cuántico, el espacio de las infinitas posibilidades.
Podríamos decir que son códigos que nuestra alma entiende, son su lenguaje.
Observar, contemplar, exponer, meditar con estos códigos en nuestro día a día nos re-ordena, nos conecta con nuestra coherencia interna, con nuestro corazón, nos recuerda que somos partes de un todo, que tiene sus propios ritmos, ciclos y relaciones. Nos permite confiar y fluir con la vida, aportándonos una profunda sensación de paz, nos ayuda a pensar de forma más innovadora y nos lleva a convertirnos en un creador/a consciente.