Las cualidades de protección y elevación de energias sanadoras del cuarzo, unida a la conductividad del cobre, armoniza los efectos negativos de la tensión geopática y de la contaminación electromágnetica.
Es un extraordinario antídoto del estrés.
Promueve el crecimiento espiritual y fortalece nuestro vínculo con la madre tierra.
Estimula el pensamiento positivo y pragmático.
Ayuda a disolver semillas kármicas ancladas en nuestros cuerpos más sutiles.